“Agua en polvo” en G104

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Agua en Polvo empieza antes. Dicho de otro modo, Agua en Polvo no empieza, tampoco nace. Estamos invitados a sentarnos en los sillones que delimitan el escenario o, tal vez, la pista de baile. El campo energético de la obra es un vasto campo vacío, iluminado de manera sencilla, contrasta con la penumbra adornada y caótica. En este galpón prolijamente desordenado, clandestino inmóvil debajo de la línea Sarmiento, hace frío un poco, pero ellos están hirviendo.  Estirándose en el piso, como para no dejar que el agua se evapore, cinco jóvenes argentinos, cada uno con su cuerpo y su mirada: dos varones y tres mujeres que se aman, se persiguen, se pelean, se besan, se ríen, se acarician, y que hablan sólo cuando hay algo para decir.

Lejos estamos de una aspiración a la perfección formal: Agua en Polvo es una estructura libre, una composición flexible, que invita los cuerpos a moverse por deseo, por pulsión. Un arte denso, abstractamente narrativo, en el que los protagonistas experimentan con los ojos que se ríen, la libertad de la improvisación estructurada. El espacio y el tiempo de la representación quedan parcialmente sometidos a las decisiones tomadas, a los acontecimientos. De función en función, el espectáculo evoluciona, respetando y honrando el aquí y el ahora de los protagonistas, los cuerpos respondiéndose en vez de reaccionar mecánicamente. Al mismo tiempo, los sólos, dúos, tríos que se forman unifican la narración y construyen un mundo de resonancias: entre el cuerpo y su entorno, la tierra y el aire, entre los cuerpos entre sí. Los raros y sublimes momentos de unísonos, celebran el canto de las sensaciones, la fusión precaria de las energías convergentes.

La performance había empezado antes. Antes de la explosión. Antes de los saltos, de las carreras, los deslizamientos, de las peleas, de las caídas, de las volteretas. Antes de la danza. Hace falta tiempo para recargar un cuerpo. El tren pasa varias antes, durante y después de Agua en Polvo, pero nada estalla: se trata más bien de una implosión suave, la energía incorporada por el baile colectivo no se pierde nunca, sino que mediante las miradas y los contactos, se transmite, se transforma, se contagia: yo tenía mucho calor al volver a casa.

El primer espectáculo de Facundo Monaterio revela también un joven coreógrafo que demuestra en esta admirable investigación estética hacia una emancipación sensible de la forma, su madura y profunda aprehensión del estado de la danza de hoy. / Emma Gioia

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Sábados 11 y 25 de Junio a las 23hs en el espacio G104, Gascón 104, Capital Federal. Entradas 20 pesos.

+info: http://aguaenpolvodanza.blogspot.com