Thurston Moore, el descanso

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Thurston Moore se toma un respiro de su banda con otro disco solista. En Demolished Thoughts, el líder de Sonic Youth entrega un puñado de canciones acústicas, despojadas, con estampa de cantautor, delicadamente arregladas por el pulso de Beck, quien se hace cargo de la producción. De ese encuentro en Los Ángeles, de su nueva inspiración y del peso de la edad habla en esta entrevista exclusiva. / Entrevista Thomas Burgel. Foto Ari Marcopoulos.

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Hace rato pasó los cincuenta años, y Thurston Moore no para. Es uno de los músicos más prolíficos en actividad, quizás el más inquieto junto con Neil Young, otro veterano que entrega grabaciones como estocadas. Líder de Sonic Youth, con quienes acaban de mostrar la banda de sonido del film francés Simon Werner a disparu, Moore suele tomar distancia de su grupo entre un disco y otro, tanto para hacer todo tipo de presentaciones en colaboración con otros músicos –es un habitué de la Knitting Factory, donde desde hace años se manda todo tipo de zapadas free junto a quien quiera prenderse– como para detenerse a componer. Inspirado en la literatura beat y el folk setentero, se lanza con una nueva colección de canciones en plan acústico, sin nada de electricidad, a las que adorna con arreglos de violín y arpa. Y en esta nueva aventura por terrenos no demasiado habitados por un clásico terrorista de la guitarra eléctrica, elige a un capitán de lujo para tomar el timón: Beck, otro que no puede quedarse quieto (¿quién no espera otro volumen de sus demenciales e inspiradas sesiones de Records Club?).

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ENTREVISTA > ¿Cuál es tu sensación con respecto a la salida de tu nuevo disco solista?

Thurston Moore: Bien, me siento bastante bien. Todavía estoy esperando ver el álbum, no vi el objeto terminado. Pero estoy muy contento con este disco, con el giro que tomó. Lo grabé en la casa de Beck, y él hizo un trabajo maravilloso con las canciones que le llevé. Probablemente haya sido una de mis sesiones de grabación preferidas. Un verdadero placer.

¿Fue en los Los Ángeles?

Sí. Me fui volando a California, y grabamos en la casa de Beck, que tiene un pequeño estudio al lado de su cocina. Lo hicimos con sus dos hijos, que corrían por todos lados… era encantador. Las canciones fueron escritas acá, en Northampton, durante un año, o quizás un poco más. Originalmente las quería grabar también acá, y empecé a hacerlo vagamente; estaba listo para grabar un disco más bien clásico, con guitarra y voz, algo bastante crudo. Luego me crucé con Beck durante un viaje en California; yo estaba con Kim Gordon y mi hija Coco, y me preguntó qué hacía. Le dije que tenía canciones, y él me dijo que debería visitarlo en su casa, ver sus instalaciones. Luego pensé que sería interesante grabar con él, que en ese momento acababa de terminar su álbum con Charlotte Gainsbourg, y estaba trabajando con Stephen Malkmus. Y esta idea de salirme de lo conocido y cómodo finalmente funcionó a la perfección.

Tu arte siempre estuvo muy relacionado con correr riesgos; pero después de casi treinta años, ¿ese riesgo no se vuelve, paradójicamente, un poco automático, fácil?

Este álbum es para mí una experimentación. Le pedí a Beck que lo hiciera, y él aceptó. Eso fue una forma de riesgo: no sabía para nada qué iba a hacer con mis canciones. Él tenía una visión formidable de lo que pasaba durante la grabación. Tiene un oído impresionante, y técnicas extremadamente sofisticadas. Tenía conmigo a una violinista (Samara Lubelski) y una arpista (Mary Lattimore), y él trabajó mucho con ellas; les pedía que intentaran cosas, que experimentaran un poco; si hubiera sido por mí, habría dejado que las cosas siguieran su curso natural, sin intervenir. Beck tenía muchas ideas melódicas, armónicas, estructurales. Y cuando mezcla lo hace de forma muy ingeniosa, visionaria. Para mí, trabaja al mismo nivel que Georges Martin con los Beatles. Todo lo que él hizo me pareció maravilloso, ocupa realmente una parte central en el disco.

O sea que casi podría haber tenido una coautoría…

Sí, casi. Yo escribí todo, pero él puso muchísimo de su personalidad, de su alma, de su gusto en este álbum. Sin embargo, no cambió el ambiente y el humor de Demolished Thoughts. Este ambiente es, de cierta forma, bastante triste: hablamos mucho de temas sombríos, de corazones rotos, de religión, de romance. Y Beck logró ofrecerle una luz particular a todo eso. Eso es lo que, para mí, hace que este álbum sea tan particular. Demolished Thoughts habría sido muy diferente sin Beck.

¿Se conocían antes de esta colaboración? Él es un fan declarado de Sonic Youth…

Siempre fue muy entusiasta respecto de Sonic Youth. Lo conozco desde hace años: cuando lo conocí, mucho antes de “Loser”, él era un niño que vivía en Nueva York. Pasaba su tiempo sentado en los bancos públicos, tocaba folk. Luego se mudó a Los Ángeles, y la pegó con “Loser”. Me acuerdo de haber escuchado el tema y haber comprado el simple en una disquería en Nueva York. Corrí a ver a Mike D de los Beastie Boys en su casa para pasárselo. Nos mirábamos un poco asombrados, preguntándonos: “Pero mierda, ¿quién es este pibe?”. Luego, en otra disquería, vi un flyer para una barbecue en un jardín, en donde bandas locales iban a tocar; Beck estaba en el afiche. Fui en auto, estuve con la gente que estaba ahí, luego Beck llegó, con su guitarra acústica, tocó canciones geniales, le prendió fuego a algo y se fue. Me intrigó mucho. Cuando supe que la gente de Geffen quería firmar con él, después de “Loser”, les dije: “Sí, sí, lo vi prender un incendio en un jardín, ¡firmen con él!” (risas). La gente de Geffen lo hizo ir a Nueva York, en un momento en que yo me ocupaba de una emisión en MTV. Lo invité: fue una escena graciosa en la que no respondía a mis preguntas de forma verbal sino por gestos; yo le preguntaba algo, él me miraba y luego se sacaba una zapatilla para tirarla lejos… Creo que gran parte de esa actitud venía de su fascinación por el movimiento Fluxus, al que su padre perteneció, y Sonic Youth siempre estuvo bastante fascinado por Fluxus. Eso creó un primer vínculo, que desde entonces nunca se deshizo. Vino de gira con nosotros varias veces. Y se volvió una suerte de superstar, alguien muy importante para mucha gente, lo que no nos impidió seguir siendo amigos; venía mucho a vernos tocar, íbamos mucho a verlo tocar, hablábamos seguido. Creo que el hecho de hacer algo juntos sólo era una cuestión de tiempo.

¿Admirás su trabajo de producción?

No sabía exactamente cómo abordaba las cosas. Al escuchar el álbum de Charlotte Gainsbourg, se nota que él está muy implicado como songwriter, como arreglista, al lado de ella. Pero ese no fue el papel que tuvo en Demolished Thoughts: yo quería que él tuviera una visión global, un poco distanciada del álbum; ni siquiera estaba seguro de si quería dejar que lo mezcle. Pero al avanzar en la colaboración, comprendí hasta qué punto se implicaba en el proyecto, y me dio cada vez más curiosidad ver cómo su propia sensibilidad podía interactuar con mis canciones. Finalmente lo dejé mezclar el álbum, evidentemente, de la forma en que podía hacerlo.

¿Sentías que era un riesgo dejar las canciones en las manos de otro?

Sí, al menos así es como lo puedo concebir. Pero le tenía completa confianza, mucho más que a otras personas que me crucé en todos estos años. También pensé en The Slits, en su primer álbum, cuya producción fue confiada a Denis Bovell, un productor típicamente dub a cargo de un disco de una banda totalmente punk, como Sex Pistols o The Clash. Me acuerdo de haber hablado con Viv Albertine, también. Bovell tenía ideas dub bastante radicales, y lo dejaron mezclar el álbum a su manera, sin interferencia. Y ese álbum para mí es absolutamente notable. Denis Bovell llevó su alma a una banda que ya tenía una, y muy marcada; es una verdadera colaboración, fascinante. Durante la grabación de Demolished Thoughts, pensé en Beck como si estuviera en la misma posición que Denis Bovell.

¿Sentís el peso de la edad?

No me siento viejo, en el sentido de que envejecer no me asusta en absoluto. Al contrario: siempre me fascinó el hecho de que los artistas y los músicos más radicales que conozco sean gente más grande; pienso en Yoko Ono o Neil Young, particularmente. Sonic Youth escribió una canción a propósito de esto hace algunos años, “Radical Adults”. La música generalmente es tratada, en el mundo comercial, para ser vendida a una generación de individuos, de una forma muy conservadora. Incluso bandas bastante importantes juegan ese juego; Oasis, por ejemplo, son, musicalmente, increíblemente conservadores. Pero los que tienen más de sesenta años hacen al revés: corren el riesgo musical de proponer algo absolutamente nuevo. Siempre me impresionó eso. Soy alguien que toca música en público desde hace treinta y cinco años: me emociona el hecho de poder experimentar cada vez más con las ideas, de poder producirlas, presentarlas, y en particular de poder presentarlas en el “mundo pop”.

Y, de cierta manera, Demolished Thoughts es un disco bastante radical para vos.

Sí, sin dudas. Para mí, cuanto más toco de forma tradicional, más me siento radical. No sé realmente tocar los estilos tradicionales de música, no soy un verdadero guitarrista, jamás toqué con una guitarra afinada de forma habitual. Sé tocar algunos acordes con una guitarra “normal”, pero eso es todo. Aprendí a tocar siguiendo sólo mis propias reglas, que no tienen nada de ortodoxas.

El título del álbum, “Pensamientos demolidos”, es bastante claro en cuanto a esa necesidad de deconstrucción de tu propio saber…

Para mí se trata sobre todo de ir más allá de la simple condición del pensamiento humano, cotidiana, establecida, para encontrar algo que se parezca a una energía e inteligencia cósmica pura (risas). Pero sin herir a nadie. Hay una responsabilidad individual en las relaciones que tenemos con los seres a los que amamos; es imposible saltar a una nave espacial, abandonar a todos y decir “que la humanidad se vaya a la mierda”. En fin, podés hacerlo; es un deseo, una fantasía para muchos. Este álbum es un diálogo constante entre ese deseo de escape y el respeto por las realidades.

¿Cuáles fueron las influencias que marcaron a Demolished Thoughts?

Creo que mis principales influencias fueron de orden poético. Leí mucho a Allen Ginsberg, Gregory Corso y Anne Aldman, esta escuela de poetas neoyorkinos existencialistas que ponen el realismo cotidiano en sus obras, pero que incluyen también conceptos budistas; un trabajo muy inspirador, muy profundo y muy luminoso. Y la poesía es una forma literaria muy musical; encuentro en ella muchas ideas. En cuanto al sonido del álbum, viene quizás un poco de mi interés por Astral Weeks, de Van Morrison, la calidad con que las ideas son puestas en evidencia, de forma muy natural. El primer álbum de Tim Buckley también me inspiró mucho; pero ni siquiera estoy seguro de haberlos escuchado antes de grabar el disco… Las cosas a veces son a la inversa: me acuerdo de que tenía unas ganas irreprimibles de tocar la guitarra acústica después de haberme sumergido profundamente en el black metal, un género en el que me interesé mucho, al menos en la primera generación. Un momento fascinante en la historia de la música: esa gente se consagra con tal fervor a la “anti-música” que no se tenía que tomar por música lo que ellos hacían, toda su filosofía se basaba en el hecho de hacer comprender a sus oyentes. Un acercamiento maravilloso, nihilista, negativo, pero totalmente radical; realmente hay que entregarse en cuerpo y alma para formar parte de tal movimiento. Me apasiona, aunque debo mirarlo de lejos, como una obra de arte. Pero intentar transformar esas ideas tan negras en joyitas es, para mí, una idea atractiva.

¿Y Sonic Youth?

Todavía no hablamos de un nuevo disco; acabamos de editar la banda sonora de Simon Werner a disparu, que nos encantó hacer. Pero la banda tuvo tanta actividad durante todos estos años (más de veinte) que es importante salirse un poco, dejar espacio para regenerarse. Tenemos algunas fechas previstas, pero tengo la idea de encontrarnos un poco secretamente en los próximos meses, este verano o en el otoño, para tocar, sólo crear cosas y ver qué sale.

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Demolished Thoughts (Matador/ Ultrapop)